Gloria Jaliff*
El incremento de la violencia y de la represión humana en la historia de la humanidad, ha originado diversos fenómenos existenciales que han sido considerados y estudiados por muchos pensadores, políticos y filósofos. Uno de estos fenómenos, el que consideraremos en esta reflexión, es la condición del ser humano en su calidad de víctima. ¿A qué o a quién llamamos víctima en el mundo contemporáneo? Esta pregunta nos obliga a dirigir la mirada a múltiples actores, escenarios y lógicas, que, intervienen simultáneamente y que por consiguiente, son las causas de una víctima. Consideraremos la propuesta del filósofo argentino Enrique Dussel en su libro llamado Ética de la Liberación en la Edad de la Globalización y de la Exclusión, dónde se analiza y se profundiza, el tema de la víctima. Todo el libro de Dussel, está dedicado a promover lo que Dussel llama, “la actitud ética del ser humano” que, habiendo llegado a ser una víctima de las circunstancias, se reconoce como tal y la denuncia.
En primer lugar, voy a describir en este trabajo, la propuesta ética de la Filosofía de la Liberación de Enrique Dussel que, según él mismo, es emancipadora y liberadora de las víctimas de sistemas políticos o económicos y de las tradiciones o religiones y culturas. Desde este enfoque, destacaré también, una exposición particular de esta clase de liberación de la totalidad, que hace referencia empírica a los hechos mencionados y que Enrique Dussel da como ejemplo. Me refiero a la historia contada por una víctima de las estructuras vigentes o de la eticidad dada, según entiende el filósofo Enrique Dussel y que se titula: Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia. He elegido este caso testimonial de Rigoberta Menchú, indígena maya de Guatemala, porque veremos, según Dussel, que este testimonio, es el punto de partida de “una experiencia ética-crítica de una víctima, de una comunidad, dónde, es, en algún aspecto, negada-oprimida y también afectada-excluida.” Este testimonio, es por lo tanto, según Dussel, un momento importante de la toma de conciencia del “yo responsable y creador de una víctima, que, a partir de su argumento, se irán discerniendo… alternativas utópico-factibles de transformación… sistemas futuros, en los que las víctimas, puedan vivir y desarrollar sus potencialidades humanas. Destaco entonces, lo que Dussel llama, actitud ética de una víctima, en el caso de Rigoberta Menchú, que logró tomar conciencia de sus carencias y de su forma de vida y, que por último, denunció la represión y opresión que ella y todo su pueblo, sufría. Naturalmente, surgen ideas opuestas a esta Ética y una de ellas es la controversia originada por el antropólogo David Stoll, en su libro, Rigoberta Menchú y la historia de todos los pobres guatemaltecos Stoll, hace un análisis crítico del testimonio redactado por Elizabeth Burgos-Debray, Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia. Aunque, según Stoll,
“la autoría de los testimonios orales, como “Me llamo Rigoberta Menchú”, es tema de debate,… Parece ser que el autor, de una historia de vida grabada y transcripta como Me llamo Rigoberta Menchú, es definitivamente, el narrador, puesto que, se trata del equivalente oral de una autobiografía, un género conocido en Latinoamérica como testimonio… En el caso de “Me llamo Rigoberta Menchú, añade Stoll, la narradora, Rigoberta, no estaba capacitada para producir el libro por si mismo …por lo tanto la persona que lo hizo y también lo editó, fue Elizabeth Burgos.”
Tras la edición y publicación del testimonio de Rigoberta Menchú, Stoll escribió Rigoberta Menchú y la historia de todos los pobres guatemaltecos dónde desestimó, lo que según Dussel, es una denuncia ética-crítica y liberadora de una víctima. A partir de las argumentaciones e investigaciones de Stoll, se creó una controversia que estimuló a otros pensadores a escribir y por lo tanto, a acoger y a defender el testimonio de Rigoberta Menchú. Por ende, me parece oportuno subrayar, tanto la controversia de Stoll, como los argumentos de algunos de esos pensadores, como por ejemplo, Eduardo Galeano, Claudia Ferman y John Beverley. Estos autores señalan de la misma manera que Dussel, que el testimonio de Menchú, es un proyecto emancipador y relevante de sistemas déspotas y hegemónicos. Por lo tanto, según la ética de Enrique Dussel, los defensores de los principios de una moral vigente y que rigen a comunidades, a veces, en la tutela de sus propios principios, enajenan, reprimen a multitudes y originan víctimas. Señalaré al mismo tiempo, que según Dussel y frente a la lógica mundial de vida y muerte, su propuesta filosófica, es un criterio liberador que reivindica, en sistemas opresores y victimarios, la vida y la dignidad de la víctima. La ética de la liberación como ciencia filosófica, por ejemplo, apoya la crítica de la víctima, tal como el testimonio de Rigoberta Menchú, por ser una denuncia pública que “incluye la obligación a hacer un análisis-racional-crítico, explicativo de las causas o fundamentos de la victimación… y también, porque gracias a este análisis, se inicia según Dussel, el momento teórico de la co-solidaridad del científico…desde el momento que adopta responsablemente el interés del “Otro”, desde la aparición interpelante en su mundo cotidiano de la víctima, en la experiencia que hemos denominado proximidad o el cara a cara”
VÍCTIMA CONTEMPORÁNEA
¿Quién es entonces, la víctima de la globalización y de la exclusión según Enrique Dussel y cómo es posible su reconocimiento y su liberación? Y ¿Cuál es la propuesta ética de Dussel?
Una víctima es, para Enrique Dussel y para la Filosofía de la Liberación, aquella persona que toma conciencia de la negación de sus derechos humanos y, que luego, los denuncia, es decir, “que descubre con conciencia ético–crítica, a partir del dolor de la corporalidad inmolada, la negación de la vida y de su simultánea posición asimétrica o excluyente en la no participación discursiva”
Para entender esta definición, parafrasearemos lo que Dussel entiende por la Filosofía de la Liberación; según Dussel, esta filosofía, “es un contra discurso, es una filosofía crítica que nace de la periferia (y desde las víctimas, los excluidos) con pretensión de mundialidad”… enfrenta concientemente a las filosofías europeas o norteamericanas (tanto postmoderna como moderna, procedimental como comunitarianista.” De acuerdo con esta filosofía crítica, el primer momento de un proyecto, emancipador y liberador de una víctima, desde un estado de enajenación política, social o familiar, debería comenzar con el impulso de una filosofía política, que destruya la idea de la filosofía hegemónica o centroeuropea; “la filosofía hegemónica ha sido fruto del pensamiento del mundo como dominación. No ha intentado ser la expresión de una experiencia mundial y mucho menos de los excluidos del sistema mundo, sino exclusivamente regional pero con pretensión de universalidad (es decir negar las particularidad de otras culturas).” En el lugar de esta filosofía hegemónica, Dussel propone, una nueva filosofía de la alteridad, dónde se reconozca el discurso filosófico de los mundos que hoy, se sitúan dentro de la periferia del sistema mundo:
“y ese reconocimiento de la dignidad de otros discursos de la Modernidad fuera de Europa es un hecho práctico que la Ética de la liberación intenta tornar inevitable, visible, perentorio. Dicho reconocimiento del discurso del Otro, de las víctimas oprimidas y excluidas, es ya, el primer momento del proceso ético de la liberación de la filosofía.”
Básicamente, esta filosofía de la alteridad que sugiere Dussel, es la que plantea el reconocimiento de un “Otro distinto.” Para entender quién es ese otro, Dussel dice; “la primera pregunta que deberían hacerse los participantes en una comunidad de comunicación hegemónica real es: ¿A quién pudimos dejar fuera, sin re-conocimiento y por lo tanto, excluido? Dussel añade, que, para responder esta pregunta cabalmente,
“debe tenerse una conciencia de que es necesario reconocer a cada participante como un sujeto ético distinto (no sólo igual), como Otro que el sistema auto referente; Otro que todo el resto, principio siempre posible de disenso. Esta posibilidad de disenso del Otro es un permitirle participar en la comunidad con el derecho a la irrupción fáctica de ese Otro como un nuevo Otro”
Por lo tanto, ese “Otro” que la filosofía de la liberación aclama, no sólo es el rostro del pobre, del otro, del otro en general o del absolutamente otro, sino que el otro, puede ser un indio, un africano o un asiático. Puede ser también para Dussel, el pueblo pobre latinoamericano, respecto a las supremacías déspotas, opresoras y sin embargo dependientes. En realidad, la praxis de la liberación para Dussel, es la acción que transforma la realidad del ser humano individual o socialmente desde, la condición de víctima. Por lo tanto, la posibilidad de efectivamente liberar a las víctimas de todo tipo de enajenación humana, política, social o familiar, es el criterio sobre el que se funda el principio más complejo de esta ética de la liberación. Pero la superación de la victimización desde estos espacios alienantes, según Dussel, no significa olvidar, significa que la víctima, vence a su agresor porque se ha liberado de la carga de negatividad que éste, su agresor, depositó en su vida. Superar la victimización significa integrar el duelo y el sufrimiento en un horizonte de sentido constructivo para la vida y el desarrollo de las potencialidades de la víctima. Por lo tanto, superar la victimización, es recuperar la libertad y volver a integrarse como sujeto de la propia historia en las distintas esferas de la vida. Dussel está de acuerdo con Paulo Freire, educador y filósofo brasilero, que, repite frecuentemente,
“que el sujeto de la educación es el mismo oprimido, cuando por la conciencia crítica, se vuelve reflexivamente sobre sí mismo y descubriéndose oprimido en el sistema, emerge como sujeto histórico, que es el sujeto pedagógico por excelencia. El sujeto es tal, añade Dussel, cuando es origen de la transformación de la realidad misma.”
Según expresa Dussel, “la praxis de la Liberación para Freire, no es un acto final, sino, el acto constante que relaciona los sujetos entre ellos en comunidad transformadora de la realidad que produce los oprimidos.” Dussel sostiene que la toma de “conciencia crítico monólogica” de un testimonio como el de Rigoberta Menchú, “se trasforma rápidamente, en un acto comunitario, de acuerdo, de consenso,” por lo tanto, para Dussel, el testimonio de Menchú, refleja, según lo que dice Freire, a un sujeto histórico y también ético, o sea aquel “ individuo concreto en todo su actuar, en cuanto víctima o solidario con la víctima que fundamente normas, realice acciones, organice instituciones o transforme sistemas de eticidad”
Si bien el término “ética” deriva del griego y significa “costumbre” y por ello se la ha definido con frecuencia como la doctrina de las costumbres, para Dussel, “lo ético es el aspecto material o de contenido de la ética y ésta es crítica desde la víctima, desde la alteridad. Lo ético en cuanto tal, es el “cara a cara” como encuentro de sujetos prácticos.” Por lo tanto, para la ética de la liberación, es necesario reconocer y partir de
“la víctima, el Otro, pero no simplemente como otra persona igual en la comunidad argumentativa, sino ética e inevitablemente como Otro en algún aspecto negado y afectado-excluido. El nuevo punto de partida se origina desde la experiencia ética de la exposición en el cara-a-cara “Me llamo Rigoberta Menchú” o el ¡Heme aquí! (abriendo la camisa y descubriendo el pecho ante el pelotón de fusilamiento) de Lévinas”
Por lo tanto derivamos, de acuerdo a esta reflexión, la experiencia de la superación de la negatividad o mejor dicho la experiencia de integrar un horizonte con sentido constructivo y salir del otro mundo, que es desfavorable y alienante, nutre toda proyección trascendental como imagen límite de la liberación espiritual y humana. La ética de la filosofía de la liberación, que es por lo tanto, crítica desde las víctimas o más bien dicho, desde la alteridad, es la que hace hablar al sujeto viviente que reclama por su vida porque, como lo expresa Dussel, “es el sujeto que ya no puede vivir y grita de dolor. Es la interpelación del que exclama: “¡Tengo hambre! ¡Denme de comer, por favor!”… la no respuesta a esta interpelación es muerte para la víctima: es para ella dejar de ser sujeto en su sentido radical… es morir.”
De acuerdo con esta reflexión, ¿cuál es el análisis que hace Dussel de una ética de la liberación hacia una vida humana digna?
Dussel, analiza por ende a la ética, en sus tres momentos fundamentales, y que por lo tanto deben articularse; el momento material o de contenido, el aspecto formal o procedimental y la factibilidad ética como proceso. A partir de esta comprensión nos introduciremos en la ética crítica de Dussel, que en esta perspectiva, asume la responsabilidad por instrumentalizar la razón de ser y la fundamentación para combatir lo que Enrique Dussel designa, como “la no-verdad, la no-validez (deslegitimación), la no-eficacia de la decisión, de la norma, de la ley, de la acción, de la institución o del orden político vigente e injusto desde la perspectiva específica de la víctima, del excluido. Como se aprecia, el punto de partida de la Ética de la Liberación, corresponde al proyecto de la construcción de una nueva eticidad fundamentada en la “factibilidad crítica “que por necesidad y suficiencia, siempre será un proceso de liberación. Enrique Dussel repite reiteradamente, que tal ética, es una ética de la vida, de la vida del ser humano en su nivel físico- biológico, histórico-cultural, ético-estético, y aún místico-espiritual, siempre en un ámbito comunitario.” Es una ética donde se afirma “la vida humana como la condición absoluta y material de toda realidad, donde lo real se actualiza como verdad práctica.” Se entiende por lo real, la vida del ser humano en su circunstancia y bajo cualquier condición por ende, ésta es una ética donde se afirma primordialmente la dignidad negada de la vida de la víctima, del oprimido o excluido. En concreto, la Ética Crítica de Dussel expresa la defensa de los principios básicos de los derechos humanos y de la vida humana digna, y de la libertad y de la justicia, condiciones fundamentales, para que el ser humano, en el transcurso de su vida, alcance su dignidad y cumpla con sus propios fines u objetivos.
“La vida concreta de cada ser humano, señala Dussel, es entonces el principio material universal por excelencia y debe ser expuesto en tres momentos:
El de la producción de la “vida humana”, en los niveles vegetativo o físico, material… y por medio y conteniendo… las funciones superiores de la mente (conciencia, autoconciencia, funciones lingüísticas, valorativas, con libertad y responsabilidad ética, etc.), como proceso que se continúa en el tiempo por las instituciones en la reproducción (histórico, cultural, etc.) Es el ámbito propio de la razón práctico-material.
El de la reproducción de la “vida humana”, en las instituciones y los valores culturales: vida “humana” de los sistemas de eticidad históricos motivados por las pulsiones reproductivas. Es el ámbito de la razón productiva.
El de desarrollo social de dicha “vida humana”en el marco de las instituciones o culturas reproductivo-históricas de la humanidad. La mera evolución o crecimiento ha dejado lugar al desarrollo histórico. Pero, además, en la ética crítica la pura reproducción de un sistema de eticidad que impide su “desarrollo,” exigirá un proceso transformador o crítico liberador. Es el ámbito de la razón ético crítica.”
Por consiguiente, en este proceso analítico, se comprende que ésta, es una ética que contempla, no solo la sobrevivencia o reproducción material física (comer, beber, tener salud) sino también el desarrollo cultural, científico, estético, místico y ético. Se trata entonces según Dussel, de la cuestión del criterio y del principio material de la ética, (material que se escribe con “a” en alemán y que significa contenido y es opuesto al formal mientras que materiell con “e”, significa material de materia física y es opuesto a lo espiritual o mental). Es evidente entonces, que el principio de esta Ética, es un principio material tanto por su contenido (la conservación de la vida humana), como por su inclinación, (la pulsión o la afectividad que tienden a esa conservación). Dussel asevera su postura diciendo:
“El sujeto de la praxis de la liberación es el sujeto vivo, necesitado, natural, y por ello cultural, en un último término la víctima, la comunidad de las víctimas y los a ella co-responsablemente articulados. El lugar último, entonces, del discurso, del enunciado crítico, son las víctimas empíricas cuyas vidas están en riesgo, descubierta en el diagrama del Poder.”
En conclusión, esta ética dusseliana, es una ciencia humana que respeta la vida y las necesidades de los seres humanos y por lo tanto, es un ética de las víctimas de la desolación, exclusión y de sistemas totalitarios y absolutistas. Según Dussel, estas totalidades se dirigen, con el fin de lograr sus bienes particulares, a la apropiación, negación de las víctimas y como muy bien lo expresa Sawday Jonathan, en The Body Emblazone, London, regentan la “violenta reducción y desmembramiento de gente, cosas e ideas.” (New York: Routledge 1995).
* Bach. en Filosofía Universidad Nacional del Cuyo, Mendoza, Argentina, y MA in Arts, Birkbeck College, Universidad de Londres.
lunes, 26 de octubre de 2009
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